3 mar 2011


Post de hace una semana y media

Al menos un tercio de mi niñez lo viví vomitando.

Era de esas niñas flacas a las que una gripe las tumbaba en días de fiebre y bocas llenas de fogazos. La alergia continua a los gatos, al smog, al polvo me hizo fama de provincianita cuando iba de visita a la casa de mi abuela en el D.f. Algunas de esas visitas se hicieron célebres por la cantidad de veces que vomite en el metro, en los autos, en los camiones. Literalmente TODO lo que entraba por mi boca salía estrepitosamente por el mismo lugar; y todo es todo, desde agua hasta spaguetti. Era una flaca débil y asquerosa. Una ocasión un tipo que me gustaba mucho, muchísimo, me vio sacar las tripas a un metro de su hermoso rostro. Realmente desagradable.

Bendito sea Dios crecí. Alguno de los tantos tratamientos que me hicieron dio resultados. Me hice más fuerte, y una gripe fue solamente un tiempo mocoso que con algunos antibióticos desaparecía rápidamente. Los vómitos se reservaron para situaciones especiales, y todo se hizo normal y feliz. Empecé a tener suerte en ligar, en verme no flaca, en parecer no asquerosa, sino una mezcla de extraña y atractiva mujer rara.

Pasé varios años de mi vida de esta forma. Hasta ver mi infancia como algo lejano, remoto e irrepetible. Invaluablemente irrepetible. Hasta hace dos semanas.

Quería un mejor post para decir que estaba embarazada, uno con más punch, que hablara de lo fuerte que es para mí este cambio. De todas las expectativas sobre el chamaquito hermoso que estoy esperando. Pero no, no estoy hablando de eso. Y es que estás dos últimas semanas he vuelto a mi infancia. Bueno al menos de niña no tenía un olfato tan bueno como el de ahora, y que no los engañe Grenouille, no es nada agradable ir caminando y discernir la mugre de tres días del adolescente gordo que se lavó la cabeza antes de salir, pero que aun así no deja de apestar a grasa, cebo, axilas, cola y total ausencia de jabón. A la chica de la otra esquina que se vació la esencia idéntica pero no igual de Cristian Dior, las hamburguesas de enfrente, los tacos de cruzando la calle, las alcantarillas, los mariscos, los fumadores, el café...

Mi infancia me alcanza, y vuelvo a visitar baños públicos rogando que estén limpios, muy limpios para que no resulte peor de asqueroso rezarle a virgen de porcelana. Y no sólo afortunadamente me alcanza en eso, también esa gracia extraña que tenemos los vulnerables, y los débiles, en esa ternura que causamos, y que todo mundo quiere arropar y cuidar.

Me alcanza la infancia, por lo mucho que me estoy y están chiqueando, y tal vez es que otra vez volví a tener ojos de niña, esa mezcla de ternura, curiosidad y ausencia de poder; ya no de malicia.

Literalmente puedo decir que me he sentido del asco, y sin embargo feliz.

2 comentarios:

BEATRIZ dijo...

Ufff!! yeap, las hormonas cambian la percepción de todo en ese estado, si lo sabré yo.
Yo no sufrí hasco durante embarazos...lero! jajaja, en realidad todo lo demás lo sentí y grueso, sobre todo lo último que cuentas, total ausencia de poder, ni con tu propio cuerpo puedes sentirte tú misma. Yo me sentía una completa desconocida, intentando ponerse mi ropa, tomar el café que a mi me limitaban los
doctores, y qué bueno que nunca tuve que renunciar al movimiento porque seguro nada bueno hubiera salido de eso, hice ejercicio hasta los cinco meses, luego largas caminatas, para ese entonces me volví metódica, tenía que hacerlo, y esperaba cada vez más el momento de conocer eso que se movia dentro de mí, imaginaba su cara, ya le hablaba y perdón que lo diga, leía en voz alta (en el primero leía a Sade, en el segundo literatura infantil, Pinocho mismo me parecía violento). Hice contados proyectos pensando en el próximo arribo. Eso sí, escribía poco.
Ya no te cuento porque tienes que vivirlo tú como te venga. Un día cuando ya todo haya pasado hablaremos de unas cuantas cosas Susanita.
Que bueno que compartas tus emociones y hasta tu infancia.

Mando un fuerte abrazo, y cariño, mucho.

Horacio Fioriello dijo...

todo sea por ese chamaquito! je, lindo...
besos nena