21 oct 2011


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Veo la tarde, el volcán rompiendo la inmensidad del cielo, el sol más rico para acariciar espaldas, el aire que mueve la transparencia. Veo la tarde, y me imagino el placer de caminar bajo ese clima, el frío tímido recorriendo mi piel, todo lo veo detrás de la ventana. A veces uno es unas alas sin viento, un poema atascado, una tarde sin gente.

Ella debe estar en la fila para la entrada del auditorio, hablando con alguien o leyendo como los caballos cuando se duermen. Seguramente tiene un café en la mano, y su cabello vuela. Al salir de concierto ella sabe que nadie la espera, no hay un malla de seguridad al retorno, no hay unos brazos constantes. Por eso puede ligarse o no al chico de al lado, al señor de enfrente, al que va pasando y ni siquiera se le nota por asomo deseo de escuchar buena música. Por eso puede ser que si la gana le da tome un autobús para caerle de sorpresa a su eterno ausente. Ella es una constante decisión, un camino de variables, se puede decir que es libre, tanto que de todas las opciones está noche no tendrá ninguna. A veces la soledad le arde demasiado, eso no importa, nadie le quitará su espacio.

A veces uno es viento sin alas.

2 comentarios:

BEATRIZ dijo...

¿viento sin alas? Qué nostalgia siento de leerte así, cuando las cosas pierden importancia si no estamos allí...

:) Me gusta que no abandones este blog.

te quiero mucho-

Fhercho dijo...

me hubiera gustado leer el título