11 jun 2013



Una noche no podía dormir. Su cara se aparecía en cada inicio de sueño. Mi cuerpo estaba exhausto, mi mente irritada, mis ojos llenos de arena, pero no podía dormir.

A la mañana siguiente vi un mensaje suyo, varias llamadas perdidas y un e-mail.

A veces uno piensa que las conexiones psíquicas y la telepatía son un cuento, casi siempre lo creo, pero no siempre puedo asegurarlo.

Hace  un año, una semana antes de su fatídico accidente, los somníferos no impidieron que lo soñara vez tras vez. Me pedía una explicación gritando desde el balcón de enfrente. Me llevaba rosas azules a mi boda. Me decía que no podía vivir sin mí mientras se quitaba los miembros en una piscina. Gritaba mi nombre desde otra almohada. Al menos esos son los pedazos de mensajes que recuerdo.

Al otro día, al desbloquear mi celular para checar la hora, encontré un e-mail suyo. Decía que si podía hacerme una serie de preguntas y que si yo se las contestaría con toda sinceridad. Le contesté que sí. Pero él no envió las preguntas.

Nadie supo decirme como murió. Yo no pude ir a su entierro. Ojalá alguien le haya tomado un foto en su ataud. Necesito saber con que cara muere alguien que se lleva todas las respuestas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Débora, te quiero agradecer el nuevo post porque notaba tu ausencia del blog "Sol de Hielo" y te he extrañado porque acostumbraba leerte y necesitaba esos paisajes literarios que sueles hacer.
Por lo demás, cuando tus lectores habituales vuelvan a verte, volverán de a poco.
Espero no perder tu blog otra vez.
No pido demasiado.
Víctor

BEATRIZ dijo...

Me han vuelto esas sensaciones de que algo está por ocurrir, o está ocurriendo y no sabes qué pero tiene que ver contigo.
Creo que siempre la gente se muere con muchas preguntas y respuestas, de cualquier manera no me gusta ver la cara de los muertos. Tengo una muy presente y sigue siendo gris.

Susanita, que bueno que regresaste :)