10 jun 2009


INTENTEMOS HACER UN CUENTO EN ENTREGAS. AQUI LES VA LA PRIMERA PARTE, A VER QUE LES PARECE O QUE IDEAS LES SURGEN. CHAU


Abraham se despierta en un salto; el despertador del teléfono le está rompiendo los oídos. Siente todo el cuerpo adolorido, al estirarse los músculos le duelen como cuando el día anterior se hizo demasiado ejercicio. De prisa, muy de prisa porque ya se hace tarde, va al baño, se mira el rostro: en toda la superficie de las mejillas tiene líneas rojas, muy finas y muchas, como si alguien le hubiera dibujado un mapa fluvial en la cara. ¿Alguien? ¿quién?

Pensaba no bañarse, pero su cuerpo está sudado y huele mal, muy mal; su cabello está pegado, tanto que le recuerda el pelo engrasado de los perros callejeros; se desnuda con dificultad, es verdad, le duele todo el cuerpo, mucho; y ahora que está desnudo puede ver porque.

Lo que faltaba, por más que espera no sale agua caliente, y aunque es verano el agua cae helada, tan helada que como puño le golpea los moretones. Si, tiene moretones en los brazos, pecho, abdomen, piernas, y seguramente espalda. Cierra la llave y abre los ojos, el agua que se va por la coladera esta roja, muy roja, y por los hombros y los brazos le sigue escurriendo el rio rojo de la cabeza, pasa suavemente las yemas de los dedos por el cuero cabelludo, se revisa lentamente desde la nuca hasta la frente, de la derecha a la izquierda, de nuevo de la coronilla alrededor y no encuentra ninguna herida.

Abre de nuevo la llave para quitarse toda la sangre de la cabeza, y ahora sale hirviendo; grita y se da la vuelta, el chorro le causo un ardor terrible en la espalda, como puede se palpa y siente una larga grieta, una herida como de cuchillo corriendo desde el omoplato izquierdo hasta la cintura en diagonal. No sangra pero está abierta y arde.

Arde.

Arde.

Arde.

La cabeza intenta encontrar algún sentido pero todo está embotado, siente ardor, dolor, asombro; huele su propia carne como la de res en caldo, sus ojos tienen una pesadez excepcional, al abrirlos todo lo ve pixeleado y al cerrarlos siente que se volverá a dormir, escucha el caer del agua, el eco del baño, el retumbar de su respiración, sus latidos, tan fuerte que no puede concentrarse, no puede recordar. Cierra la llave de nuevo.

Se recarga en la pared del baño a pesar del ardor que le causa en la herida, el vapor es muy denso. El vapor es muy denso.

Recuerda que ayer hizo un calor horrible, que el día estuvo brumoso, que cuando llego a su casa toda la cocina estaba llena de vapor y Bárbara estaba tosiendo justo a la puerta de la cocina con un cuchillo en la mano. No sabe porque la imagen del cuchillo es tan clara, intenta recordar el rostro de Bárbara, su peinado, si lo abrazo al llegar o le dio un beso, pero el cuchillo se atraviesa de nuevo, pesado, largo, ancho y deslumbrante, como un espejo que recibe el sol a medio día. ¿qué hizo él, le quito el cuchillo, lo metió de nuevo en la caja de madera donde se guarda junto a los otros más pequeños, le dio un beso, la cargó? El cuchillo, el reluciente cuchillo, como pesaba, como brillaba a pesar del vapor y el fuerte olor a cocido…

Bárbara ¿dónde está Bárbara? ¿no se ha despertado ya? Escucha “dust in the wind”, Bárbara siempre pone música en las mañanas pero nunca en ingles, prefiere los ritmos latinosos, cachondos y alegres para empezar el día, pero no importa en unos minutos olerá a café y a pan tostado, a cigarrillo y fruta, a perfume y cigarrillo y café y fruta. Le gusta escuchar su música en las mañanas, le gusta el olor de la mañana.

Observa sus puños, amoratados, raspados. Sus uñas rotas como si hubiera escarbado. Nada tiene sentido. Ayer el llegó, y después de unos minutos pudo dispersar el vapor, Bárbara estaba sudando y tosiendo mucho pero se logró calmar al abrir todas las ventanas de la cocina, el caldo estaba desbordado de la olla, la carne y la verdura se veían realmente asquerosas y tuvieron que tirarse, la cocina apestaba. Nunca supo que pasó allí, Bárbara no podía hablar, la voz le temblaba y no dejaba de llorar. La metió a la bañera, eso puede recordarlo, la desnudo, sus besos y el agua tibia le hicieron mucho bien, aunque siguió llorando otro poco. Aun con el cabello empapado y el cuerpo temblando hicieron el amor muchas veces y mucho tiempo. Ella se quedó dormida, él tenía mucha hambre y se levantó para hacerse algo.

Sale de la bañera y vuelve a ver los araños en su cara, no se quitaron con el agua…

6 comentarios:

Amorexia. dijo...

como puede ser bella la voilencia?

Esta historia apenas empieza...

como seguirá?

Me quedo a ver...


Saludos lejanos.

BEATRIZ dijo...

Yo también me quedo a seguir la historia. Empieza el esbozo de algo que nos deja suspendidos, la idea está dibujada bien, sólo creo que podría prescindir de algunas repeticiones en la descripción. Debe andar un gato arañozo por allí jajaja.

Muy buen comienzo Susanita, seguimos, siiii!!

Te quiero.

Diego Latini dijo...

Me encantó. Estuve allí, vi a ese hombre desnudo luchando contra la violencia de un chorro de agua que caía y hacía daño. Creo que conoszco a una Bárbara como la tuya.
Qué escalofrio, pero qué buen texto prima. Bien logrado, buen efecto, buen ambiente, de esos pesados que lo ponen a uno de nervios, de esos que gustan y asustan y ah cómo conmueven.

Un beso.

the lines on my face dijo...

no se vale, me dejaste picada, sigue sigue... siiiiigue por fa!
saludines

MarianGardi dijo...

Hola, tiene slos mismos apellidos mios, Gracia Diaz, pues por eso vine.
Un beso y voy a leerte

aluminca dijo...

lo padre de llegar tarde es que ahora podre leer dos capitulos de un jalon.
Voy por el segundo