22 may 2006


"A veces tu ausencia forma parte de mi mirada" JCB
Luceros vacios
fuego anegado en ceniza
sumergido en olvido
estrella errante
obstinada oscuridad
luz negra bañada de lava
¿qué ves?
Ver es morir dos veces
morir de cabeza y en espejo
Ver la ausencia es un suicidio doble
Vale mas cerrar los ojos
sucumbir por la mano misericordiosa
de la soledad
que solo sepas que ya no hay agua
que no llega alimento
sentir como te desvaneces
poco a poco
como diente de león
algo te sopla
te desbarta
desde dentro
viendo el vacio
te dispersas
pierdes peso
consistencia
Algo
un gran ojo
te llora
te expulsa
corres como piedras
como aguas
en muchas partes
por todas partes
algo te esparce
te eleva
te revuelca
te abandona
peso sin embargo
estas de pie
sólo tu esqueleto
sólo y sin cabeza
sólo y sin manos
sólo y sin hombros
sólo tu columna
hasta que
los parpados se abren
y un segundo te ve
y tu lo ves
y ves nada
la nada te nada
te estalla la conciencia
lucides fugaz
filosa cordura
rayo agudisimo
que por fin
al destellar
te desploma...

8 may 2006


Al profesor con cariño
(a todos los profesores que se visten de negro)
Yo sé, cuanto tiempo, como perro en celo, ha aúllado tras mis huesos. Cómo desde el pizarrón, su cetro erécto me ha favorecido. He visto sus ojos jadear detrás de los lentes de la docencia cuando mis piernas contestaban sus preguntas. Yo sé que usted espera, de mi gran admiracion, una gratificante ofrenda de placer.
Oh amado maestro!! es por esta razón y no por otra, que he citado a su cincuentona eminencia en mi departamento hoy a las ocho de la noche. Del otro lado de la puerta me estremesco al oír el ritmo palpitante, trepidante de su respiración. Abro y detengo con un pequeño presente al pulpo que poseyó sus brazos, mientras observo, no sin alagarme, al buzo diligente que desde sus ojos saltó a mi escote. Lo tomo de la mano, de la acúosa y aprensiva mano, y lo conduzco con candor y dúlzura al sillón, me acerco a usted, le beso la mejilla y al sentir la crispación del molusco que se ha vuelto usted me levanto como resorte y me alejo. Ay profesor, mi indefenso y doliente cachorrito, no se preocupe, solo es para apagar los focos y encender la velas, ve? sólo para eso. Es necesario tener luz ténue, no sólo porque es más romántico, sino también porque así sera mucho mas sencillo permitir que su panza de casado, sus pelos de dejado, y su olor de buey exitado se avalancen sobre mi.
Sus ojos de perro hambriento me siguen por toda la estancia, mientras yo tómo la espumeante bebida y la sirvo en la copa que he preparado para usted, conozco su impaciencia, y mientras bebe mirándome seductoramente, me desprendo de la blusa, dejo caer mi falda, y detenidamente me quito las medias y... bueno eso lo que usted quisiera, pero no; sin embargo no podrá usted quejarse del todo, por fin me acerco, le quito el saco, lo abrazo por la espalda, le beso el rasposo cuello, desabrocho sus tensos botones, desfajo su camisa y meto mis finas manos en su abultado y peludo vientre; ah ya siento como se estremece de placer, le arranco el cinturón, lo rodeo y ahora por delante le recorro el pecho con mis labios, desabrocho su pantalón, jugueteo lentamente en los bordes de su boxer, y cuando esta a punto de gritar que no pare, que avance un poco mas... cae cuan bofo es rebotando en el piso.
Ay ay ay, no contaba con ese peso de semental moribundo, arrastrarle casi me desfunda, y pensar que de todos modos esta conciente, inmovil pero conciente. Ahora estamos en mi recamara, y se da cuenta que usted y yo, oh amado bombonsito, biscochito, cerdito de amor, no estamos solos; cinco hermosas chicas más lo están mirando, y usted tambien las mira. ¡Claro que las mira! ¡que piernas! ¡que caderas! ¡que senos! No cabe duda que ha tenido suerte, todas ellas han sido sus alumnas, y ahora, en esta noche, están sobre usted, le acarcian las piernas, el vientre, los brazos, la cara, con cera depiladora. Le dan masaje, lo exfolian con sus hermosas y delicadas uñas; (ay si usted pudiera verse a los ojos) deberia verlos por Dios, es tan tierna su mirada, tan llena de estuperfacción y miedo que arranca lágrimas, palabra. Yo sé que gemiría si pudiera, levantaría su voz extaciado en quejidos de bramante y ardoroso placer, ¡que fuego has encendido Nerón! ¡que Roma te abraza!

Ah !! pero no crea usted que nos hemos olvidado de esa partecita especial suya, no no no, nada de eso, mas bien para atenderle como se merece hemos traído equipo especial. Voila!! hela aqui, ¿que? ¿no la conoce? ¡pero si es su mujer! la profesora de química... oh claro, eso si, se ve irreconocible, impresionante en ese baby doll negro, jugosa, sensual e impaciente. ¿Hace cuanto no la veía así? Es guapa para su edad no lo creé? Guapa y sobre todo experta. La maestra lo consuela con sus manos sabias, ay ya ya, asi nenito lindo, ves como se hace, así, así, de poquito a poquito despierta el capitancito, ay que bonito nene tan vivaracho, y... Zas!!

Uy uy uy está llorando. Obviamente no, no puede, si pudiera lo haría, pero no puede; ay pobrecito de usted, eso le pasa por tomar demasiado. Pero bueno no se preocupe, lo vamos a dejar dormir para que mañana todo siga como si nada va? Entre seis es mucho más fácil, yo veo como lo cargan, lo suben a su carro, son las tres de la mañana, no hay nadie en la calle, lo sientan, le ponen el cinturón de seguridad, y usted enciende el auto, y no se porque pero acelera y acelera, y cuando ve una curva que termina en voladero no da vuelta, sigue firme y derecho, convencido y seguro; asi que yo no me preocupo, ya sabrá usted como resolverlo, de la misma manera que resolvió mis examenenes para mal y luego para bien, como resolvió nuestras primeras citas venciendo el asco, como ha resuelto su relación con las demás chicas lindas que adoran al maestro de matematicas, Yo confío en usted, todo estará bien, todo estará resuelto sin siquiera una sospecha o murmuración.

Así que me voy a dormir, ya que de seguro me van a despertar para decirme que se cancela el examen, porque el profesor de algebra fué encontrado muerto sobre el techo de la escuela, y entonsés yo lloraré desconsolada, me vestiré de negro, le llevaré flores a la facultad, y consolaré a la doliente viuda, y claro, con mis demás compañeras rezaremos fervorosas por el eterno descanso de su alma.

3 may 2006


Todo el maldito día esta tras de mí. Oigo su pesada respiración fétida; su aliento caliente, su humor a lama, enmpaña los cristales.



El golpeteo constante, como yunque de herrero de su bastón milenario, y el chillido de ganso en su cancion moribunda, la delatan por donde quiera que voy.



Va maldiciendo. Toda cosa, toda acción, todo respiro o suspiro, pensamiento, palabra, roce o beso, en fin, todo lo vivo, su gran hocico de caño lo vomita de "¡Inmoralidad!". No existe un sólo recuerdo que no haya escupido, se ha limpiado con toda mi alegría, ha ensuciado toda mi pasión. Su espesa tos, su babosa ira, el moco continúo de estúpidez e ironía la han esparcido por toda la casa.



Ni que decir cuando ábro las ventanas; sus maldiciones se incrementan, el yunque golpea contra el suelo infatigable, azota la puerta, no sale de su cuarto, pero su asquerosa voz no calla. (Para arrancarle a la casa su olor he tenido que dejar las ventanas abiertas para siempre, y tallar las paredes con gemidos destellantes de lujuría, oír música las veinticuatro horas del día, y llenar todos los vasos de caricias). Su voz, (esa cosa que no tiene otro nombre pero que tampoco merece llamarse asi), ese ruído de licuadora, de herrería, de gis contra el pizarrón, ese ruído hecho de todo lo desagradable del mundo, no se calla jamás; está en todas partes, se cuela por todas las cerraduras, camina junto a mí, se sienta en la otra silla, respira en mi espalda, me persigue lo pies, me ve en el espejo. Pero esa no soy yo.



Todas las noches pienso correrla, obligarla a sacar su mugre, sus enfermedades y prejuicios, su amargura y estúpidez de mi casa; pero, entonces, la oigo bajar, sus pies de noche no necesitan bastón, abre la puerta, su rostro es joven de nuevo, se mete en mi cuarto y se hecha sobre mí como un perro herido. Dice cosas dulces, me acaricia los cabellos, canta como ángel, y con toda la ternura que le puede caber a una boca dice que me quiere.



Claro que intento ser dura, echarla, evitar sus manos, sus caricias, deshacerme de esa dulzura repentina que cada noche se vuelve mas insoportable; pero me mira, y si tu vieras sus ojos, la soledad que le brilla en las pupilas, en ese pozo profundo y angustioso que son sus pupilas, verías flotar todo el amor guardado, postergado, toda la sensualidad que se volvió rigidez, toda la miel que se le pudrió en la vida; verías que si quizá, su existencia, el destino que todo lo marca, no la hubiera olvidado, si le hubuera regalado un cuerpo a quien amar, unos labios que beber, ella, no habría muerto sola, en ese inmundo cuarto, con los brazos abiertos esperando esperanza, y los labios y los puños apretados, recibiendo del cielo, en lugar de caricias, un último golpe de decepción.



Fotografía de Javier Silva: Rostro con peces