19 feb 2010

Silencio y vida.





Ha regresado a mi horizonte la posibilidad de ser mamá. Y con esto no me refiero a la posibilidad física o moral, sino más bien de deseo. Mucho tiempo me negué a hacer cosas "femeninas" como cocinar o dedicarle tiempo a lo doméstico. Me negué también en mi mente al matrimonio, si quería un hombre en mi vida pero no pensé que fuera a casarme. Pensé que todo eso que los demás, sobre todo LAS demás querían era, en realidad, un lugar cómodo para vivir, un escondite para no lograr metas significantes en la vida. Me casé. Y hay muchas cosas de las que desconfié que ahora disfruto. Me encanta cocinar. No me gusta el trabajo domestico pero sí crear espacios. Me gusta tener un compañero de viaje, un testigo que es un proyecto. Me gusta construirme con otro y pretender ser carretera. ¿Me gustara ser mamá?



Me da miedo perder mi libertad. Me gusta mi espacio. Podría decir muchas cosas parecidas. Luego pienso en Mozart, en Stravinsky, en Wilde. En enseñar a hablar. En sacarla de la escuela a media semana para ir a un pueblo cercano. En jugar a almohadazos, en clases de natación y piano. En escucharla leer. En sus ojos viendo un tigre. En su rostro relajado al dormir. En brincar sobre el lodo bajo la lluvia. En verla decidir. Y pienso que ha de ser hermoso ver como se forma un humano desde el vientre hasta la libertad.




No tiene nada que ver pero revisando libretas encontré esto y me gustó:

No existe el silencio. Existe el ruído del refrigerador, de la mano rozando la hoja, de la ciudad dormida. Existe la voz de la televisión que no escucha, del teléfono que no me llama, de las alarmas para despertarse, de los pasos y motores que se alejan, del timbre del messenger que siempre molesta, de la música sorda. Existe la voz del protagonista de un libro, a veces los cantos de pájaros negros, o las bocinas de alguna historia. Tal vez alguien me bajó el volumen, gruñir es lo que suena, mi voz de fantasta, de enemigo, de viento. No existe el silencio. Existen los ronquidos y la tos, los pedos y los eructos, las palabras de cortesía y el intercambio de saludos. Ya no suena nada, no hay sonido, ni eco, ni reverb, ni...

15 feb 2010

RITMO, RESPIRACIÓN, ESPEJOS

Miles de veces andando por la calle he visto mi reflejo, y me he odiado.

Todo en la vida lleva ritmo, macro, micro, obvio, intrinseco. No se puede vivir fuera de ritmo, no se debe vivir con arritmía. Puede causarte abortos, migrañas, y muchísimos dolores.

Algunas veces sin esperarlo, el espejo ha sido agradable, una gran cadera que no me irrita, un rostro tierno o interesante, una actitud de fotografía.

Odío cuando los perros respiran cerca de mí. Las doberman me dan tanto miedo que tengo que respirar hacía adentro y alentar mi corazón para sentirme segura. No huelen el miedo, huelen el aliento lleno de adrenalina, escuchan los latidos, sienten la sangra golpeando. Todo es cuestión de ritmo y respiración.

Estar sobre la bicicleta con carga, en posición dos o tres, ver como la cintura reclama su antiguo lugar, y sentir mi abdomen adolorido y ardiente, mientras mis muslos tiemblan. Escuchar cumbia, disco, hip hip, pop, y tal vez banda mientras tanto y la voz de la instructura pidiendo más ritmo, más cadencia, respirar y mantener la posición frente al espejo. A veces es complicado. ¿Como verme erguida y concentrada, mientras mi frente se llena de sudor, mi boca se seca, y cansancio?

Me gusta mucho más cuando es nuestra respiración la que marca el ritmo, cuando los musculos se tensan y estiran, cuando podemos ser casi perfectos y de repente nos reflejamos.

11 feb 2010


Hay días como hoy en que tengo que escribir diez imagenes y 5 metaforas, lavar el marco de una ventana y cocinar un arroz sofisticado en un arrocera bastante nice. Me espera también el formato de un documento muy IMPORTANTE y un guisado que nunca he hecho, como son casi todos los guisados del mundo.

La regla no para desde hace una semana y media, y el pinole mal preparado me ha hecho vomitar varías veces. La cama está destendida y mientras escribo escucho "pachuco" de una banda vieja con olor a secundaria y miedo a crecer.

Sigue "mal bicho" y pienso que no se donde encontrar trabajo, que no tengo idea de como vender productos saludables a gente que no conozco. Lo enfermo más enfermo de esta situación es que paso más de 16 horas al día sin hablar, ya ni siquiera conmigo misma.

Tengo los pies helados.

Pienso en los hombres femeninos, en todas las veces que me ha tocado consolar a alguno, en cada ocasión que una pesonalidad se quebró ante mis pies, en cada palabra no terminada de decir, en todas esas veces que un rostro lleno de lagrimas se convirtió en un puño.

Mis peces flotan, tienen flojera de nadar en un espacio de 50 x 20 cms. y deseo sacarlos uno por uno y ver como mueren sobre una alfombra que dejo de ser mullida.

Los ojos de mi sobrina son como dos cigarros encendidos a punto de apagarse, y su sonrisa será comida por las bocas que nunca la aceptaron. Creo que cada niño debería ser raptado por los ovnis, volar en una afombra mágica, ser arrebatados en un segundo por un mano invisible y jamás crecer. Creo que debemos dejar de escuchar el llando de un niño por siglos para adorarlo de rodillas una vez que vuelva a sonar. Creo que la televisión no es tan mala niñera cuando la madre es una perra.

Realmente ninguna de mis palabras tiene gran peso, podría tragarme todas y cada una de ellas, y después ir ante la virgen de porcelana y llenarla de plegarias.

8 feb 2010

LO QUE LOS ADULTOS HACEN

Desde ayer estaba dandole vueltas a esto: Las cosas que ahora me hacen feliz.

El sabado me ví con mis amigas, en mi ciudad, en mi café favorito. Dos de nosotras ya estamos casadas, antes de que la soltera llegara hablamos de algunos pleitos vivídos con nuestros maridos, platica bastante extraña; las dos tenemos un record de relaciones pasadas donde no se podían hablar de pleitos o discusiones reales, sino más bien de una serie de situaciones absurdas, divertidas, pasionales, pero nunca "serias". Hablar de como nos ha transformado el matrimonio es bastante bizarro.

Cuando llego "la soltera", la mujer más extraña que he conocido, tal vez la más independiente y visionaria, toda la conversación cambió. Primero fue algo incomodo, una de "las casadas" está embarazada entonces tenemos que buscar cosas que ella pueda tomar y para "la soltera" es un poco molesto además de más caro. Pero el cariño, y la trayectoria juntas gana, después de un buen rato todo es perfecto, llega el esposo de una de nosotras pero llega en plan de amigo de toda la vida, y hablamos de proyectos, de la situación del país, de los salarios, de películas, de todas esas cosas absurdas y poco serias; y no importa que sean temas serios es la forma en que los hablamos, esa jocosidad de quien no tiene que pensar más que en si mismo, como antes.

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Ayer rumbo mi nueva ciudad, veía el horizonte, los montes enrojecidos y los campos ya en penumbra, en la pantalla del autobus pasaban "a él no le gustas tanto" y con un ojo al gato y otro al garabato recordaba los muchos ridículos que hice en mi vida de soltera y obviamente tenía una gran sonrisa en la cara, sin importar si era un mal o un buen recuerdo a la distancia todo es "agradable". En unas horas iba estar en los brazos de mi marido y ya sé que suena cursi, pero como me escribio otra amiga recíen casada "el matrimonio te da una paz que no encuentras en ninguna otra relación"; y esa paz es hermosa, amo este tiempo con él hombre que me cayó como rayo, que me cambió la vida y me obliga a replantearmela cada día. Y obviamente esto no está terminado, no es que haya encontrado el arcoiris al final de camino, es un rollo, más que un rollo es una serie de palabras que hoy no me quieren salir.

¿Ahora como termino? ¿y por qué tengo que terminar como si eso significara concluir?