24 ene 2014

¿Que pasó con la chica que quería recorrer el mundo en barco?



Esta es una entrada arriesgada. Visceral. Del tipo que me gustaba escribir hace años.

Es arriesgada porque a veces lo que dices puede herir a los que ocupan tu vida.

¿He cambiado mi barco por una casita?

No puedo negarlo, extraño viajar, extraño mucho tener todo el tiempo del mundo para leer, que todo mi dinero se vaya en cafés y en uno que otro viaje, a veces largo, a veces más o menos corto, didáctico o catártico. Extraño escribir hasta que haya vaciado el alma. Extraño a mucha gente, muchas películas, muchas caras, mucha música, muchos conciertos, muchos discos escuchados en la oscuridad a todo volumen. Extraño hablar con los desconocidos en el autobús, con los taxistas que me tendrían que llevar a la terminal, ver reír monjas con las pelis del viaje. Extraño las sala de espera y cargar maletas.

¿Qué paso con la chica que quería recorrer el mundo en barco? Me contestó un amigo cuando le dije que me había casado. Más bien me preguntó, me reprochó, me reprobó, me abofeteó, eso sí, con mucho cariño.

No soy una gran ama de casa. No soy una buena ama de casa. No soy siquiera una decente ama de casa. Es decir, soy pésima.

Pero me enamoré, en uno de esos viajes mi vida cambió. Empecé otro viaje que a veces no es muy poético, pero es mi viaje. Me gustaría ser más nómada, pero es bueno tener un lugar donde criar a mi hija, y poder llevarla a la escuela con gente que me gusta, en un lugar que desde que lo vi me dio seguridad; es bueno tener un sillón donde abrazar al hombre que me robó el barco, lo hizo de papel, lo deshizo y luego lo mandó a volar.

¿Qué ha pasado conmigo? Soy tan distinta a veces que ni siquiera me reconozco, que a veces me da miedo de tanto no verme por mucho que me asomo al espejo. Y el guasón está en lo cierto "lo que no te mata te vuelve más raro". Y no es el matrimonio lo que no me ha matado, es ... la vida. La vida en pareja es dos veces más dura, porque cargas con tu suerte y con la del que amas. Porque todos los futuros se condensan en uno tan denso que parece que te va a tragar. Me he vuelto más rara, más espesa, más palpable, menos mágica pero más real, más terrestre, más maíz. Y eso no me desagrada.

¿Volveré hacer un barco para recorrer el mundo? Sí, es cuestión de tiempo, pero este no será de papel.